El Mito Cosmogoníco Tolteca,
Quetzalcóatl y Tonantzin
Los
pueblos del México antiguo se hacían llamar Toltecas, pues la Toltequidad
abarcaba un sinfín de pueblos entre ellos están los chichimecas, totonacas,
mixes, zapotecas, mixtecas, nahuas, mayas, etc. Y todos vivían en el Anáhuac,
que era su continente, en efecto, Anáhuac significa tierra rodeada de agua.
Los
toltecas, sus sabios y dirigentes; eran una casta culta y civilizada que
mantuvo el conocimiento de sus ancestros y cuyo nivel de sanidad, ciencia y
tecnología fue la más grande del mundo conocido. Ellos inventaron el cero,
hicieron comestible y más grande la mazorca de maíz, inventaron el sistema de
chinampas para la agricultura, sus cálculos astronómicos apenas difieren en
décimas de segundo a nuestras computarizadas cuentas.
Desafortunadamente,
estos pueblos cayeron a manos de invasores más rudos y menos civilizados que
venían del norte como los mexicas o aztecas. Muchos mitos
espirituales-filosóficos fueron suplantados por mitos materialistas-guerreros;
que concordaba con el tipo de vida y pensamiento que llevaban estos pueblos
guerreros semi-barbaros. Con el tiempo los nuevos pueblos venidos del norte
asimilaron algunas cosas de los cultos toltecas, pero remplazaron
definitivamente su anterior concepción bella y filosófica del mundo.
Cuando
llegaron los españoles, destruyeron los códices, asesinaron a los maestros y
falsificaron los pocos mitos auténticos de los toltecas para justificar la conquista, presentaron a
los pueblos vencidos como caníbales y asesinos.
Esta
es la reconstrucción de los mitos del Anáhuac:
Cuentan
los viejos y los antiguos padres, que hace muchísimo tiempo era Huehuetéotl
quién era Madre Nuestra, Padre Nuestro, Dios Viejo; y era la Noche Oscura,
semejante a un violento tornado, Viento Noche; estaba en la soledad, y nadie
había quien viera esta maravilla, en efecto; no había nadie aún para verle.
Pero Huehuetéotl viendo dentro de sí, vio su opuesto que era luz brillante, y
era tan hermosa la luz que decidió dividirse. Así surgieron Omecihuatl, Señora
Dos y Ometecuhtli Señor Dos; y encontrándose diferentes, lo mismo que
compatibles, se unieron en un abrazo. Fue ese abrazo que origino el Universo.
Ella
es la hermosa materialidad que inunda los cinco sentidos, los elementos, la
Tierra y la Luna, aquel goce que se experimenta, lo palpable, Aquella por Quien
se Vive; los antepasados la llamaron Meztli. Él es la bella Luz, lo intangible,
Aquel que está Cerca y Lejos, lo que nos permite movernos, el calor y el
espíritu, como un Sol era en efecto; llenaba de calor el universo, de luz y de
energía; nuestros antepasados lo llamaron Tonatiuh.
El
universo fue creado en el abrazo que Ellos se dieron. El basto cosmos es como
un gran Árbol que extiende sus raíces profundas en el mundo de los muertos, y
sus bellas ramas adornadas de verdes hojas, es donde moran los Dioses. Ese
abrazo se expande a los cuatro rumbos, a las cuatro esquinas de aquello que no
tiene esquinas, como una equis o una cruz, así fue su abrazo que dio origen al
inconmensurable universo.
Pero
todo lo que inicia, tiene un final, como en una carrera, como una línea recta,
así era el tiempo. Y los Dioses se preguntaron qué pasaría después de que ellos
se fueran. Entonces Nuestro Señor descubrió la solución, tenía que encarnarse
en el mundo terrenal; para volver a ser espíritu, tenía que descender. Para
descubrir cómo funciona la vida, tenía que descubrir cómo funciona la muerte.
Porque solo a través de la muerte viene la vida eterna. Si podía vencer a las
fuerzas de la muerte, la vida continuaría, y la Vida que son los Dioses, no se
perdería jamás y habría vida por siempre en el cosmos.
Y
así entro a la vida, a la vida en la Tierra, el Señor se encarnó en la Señora
Dos, que al ser Madre de Dios y Madre Tierra, fue llamada Tonantzin por los
hombres y mujeres que poblaron el Anáhuac; que significa Madrecita. Sin ninguna
intervención, el Señor es Padre de sí mismo, y Nuestra Señora da a luz
virginalmente a su esposo e hijo. Así fue como Quetzalcóatl llego al mundo.
Porque Quetzalcóatl es el Ser del Espíritu representado en la bella ave del
Quetzal que vuela en lo alto cerca del paraíso, y al entrar en la Madre Tierra,
es igualmente la Serpiente, la Coatl; cuya forma fálica nos recuerda su
autoconcepción, y su cambio de piel son los ciclos y las estaciones. Así es que
Quetzalcoatl, es Flor y Canto, y todos los guerreros espirituales o floridos,
deben seguir el camino de la Flor y Canto; que es belleza-equilibrio y
poesía-filosofía.
La
Unión Divina, (el espíritu y la carne), la Chispa Divina en todas las cosas, el
Dios que se Encarna en el mundo, eso es Él Quetzalcóatl. La Chimalma Tonantzin,
dió a Luz a un hijo, el Hijo de la Promesa y le cuidaba con maternal cariño y
dulzura. Cuando el Divino Niño creció se convirtió en un joven esplendido;
hermoso, de larga cabellera y del color de la cal, un joven bello y andrógino
como el mundo no conoció.
Y
ambos Dioses estaban en armonía y vivieron de la belleza de su creación,
bailando entre las flores, escuchando la música de las aves y haciendo el amor;
fue un momento placentero y extático para los Grandes Señores de la Felicidad.
Nuestros Dioses, quienes protegen todos los actos de amor, placer, fiesta,
embriaguez y auto complacencia; son invocados por nuestra gente con el nombre
de Xochipilli y Xochiquetzal, cuyo significado respectivo es Príncipe de las
Flores y Quetzal de Flores, algunos lo traducen como Flor Hermosa. Las parejas de jóvenes amantes o prometidos los
invocan, también aquellos que desean encontrar el amor; lo mismo los jóvenes
varones que se aman entre ellos invocan a su protector Xochipilli, y las
mujeres que se aman entre ellas a Xochiquetzal.
Pero
con todo bello amanecer, viene también
la caída del sol. Y el Padre Dios comprendió que tenía que enfrentar su destino
y sacrificarse a sí mismo. Así fue como auto-sacrificándose ante la Madre
Tierra, viajo en espíritu al Mictlan, el lugar de los muertos; el sitio donde
toda vida nunca volvía, los muertos no regresaban jamás. Cuando Él murió, la
Tierra antes llena de verdor, y con el calor irradiante, se tornó fría, no
había más luz que alumbrara la tierra; y la Señora no quería dar las
condiciones necesarias para la vida en el mundo, porque estaba de luto y le
lloraba a su hijo y amante. Algunas naciones llaman al Señor en su advocación
de Xipe Totéc, Nuestro Señor Desollado, en honor a su sacrificio, otros más le
dicen Mixcoatl o Camaxtle; porque ese es titulo que obtuvo nuestro piadoso
Señor.
Y
allí en el Mictlan, Quetzalcóatl tuvo que pasar por duras pruebas, algunos
dicen que fueron siete pruebas; pero las supero y luego llego hasta lo más
profundo, donde tenía que encontrarse con el Señor de la Muerte, el
Mictlantecuhtli. Al llegar al trono, cual fue su sorpresa al ver un Gran Espejo
de Humo, porque Él, quien era la belleza blanca de la vida; al reflejarse en
este espejo encontró la horrorosa muerte, Él era de color Negro como la Tierra,
Él era la cara de la Muerte. Tezcatlipoca, le llamaron nuestros abuelos, que
significa Espejo Humeante. Entonces comprendió que Él mismo era en si una
dualidad, La Vida y La Muerte. Enfrentándose a sí mismo, su propio enemigo,
Quetzalcóatl resucito con la ayuda de la Madrecita.
Y
volvió a la vida en forma de Mazorcas de Maíz, su cuerpo, sus huesos y su
carne, se hicieron Maíz, y su espíritu se liberó del Mictlán, de la muerte para
siempre; y los Dioses crearon al hombre y a la mujer de Mazorcas de Maíz, que
es verdaderamente el cuerpo de Quetzalcóatl. Las mujeres y hombres del Anáhuac
están agradecidos con sus Dioses, porque les habían dado la vida, pero no una
vida que se acaba, porque aunque el cuerpo sirve de abono para el Maíz y el
Frijol; sus espíritus son liberados por intercesión de Quetzalcóatl, que venció
a la muerte, y se reencarnan en sus descendientes en el mundo. Fue así como el
Padre Dios venció a la muerte y creo los ciclos, para que nada muriera en realidad;
solo cambiara a través del tiempo. Es por eso que somos hijos de nuestros
ancestros, compartimos su historia y pasado, y sus Dioses son nuestros Dioses.
El
Padre Dios puso su morado en el Paraíso, algunos dicen que en el treceavo
cielo, y otros lo llaman el Tlalocan. Pero aun así, el Padre Dios sigue
alimentando a sus hijos, por medio del fruto de su cuerpo, y manda la sagrada
lluvia que es su propia esencia para que fecunde a la Madre Diosa Tierra,
Coatlicue. En esta advocación, algunos pueblos lo llaman Tláloc, otros lo
nombran Cosijo, o Chac, o Tajin. La gente ve venir en el cielo a la estrella de
la mañana, a Venus, y recuerdan como fue que el Gran Señor camino en el mundo.
Gracias
al sacrificio de Nuestros Dioses, el sol se levanta cada día, aunque tenga que
descender a la oscuridad, ¡Solo para volver a brillar en la mañana! El verano
se vuelve invierno, pero renacerá en primavera; y los hombres y mujeres mueren,
pero reencarnarán en las futuras generaciones. Quetzalcóatl,
Padre Nuestro, prometió regresar cuando los habitantes del Anáhuac hayan
perdido la fe, cuando no recuerden sus orígenes y vivan la violencia; entonces el
regresará a gobernar con sabiduría y rectitud, y no habrá más guerras, ni
oprimidos y los Dioses vivirán en amor y felicidad como en antaño, los hombres volverán a sus antiguos Dioses, ¡Y todos los
seres seremos libres y felices!