Tealogía: Nuestra Señora

La Diosa que nosotros adoramos es la esencia receptiva y generadora del universo. Es el origen de todo lo que existe, de Ella venimos, y a Ella regresaremos. Ella es la materia presente en el Universo, el origen unitario, antes de dividirse en materia y energía. Ha sido conocida por muchos títulos a lo largo de la historia, entre los que se encuentran Gran Maga, Gran Diosa Madre, Reina de la Tierra, Reina del Cielo, Madre de Dios. Ella tiene tres aspectos sobre los que gira su Teaología:

    DONCELLA VIRGEN: En este aspecto, Ella es toda Amor, independencia, inocencia y sensualidad; el al mismo tiempo es la siempre Virgen y la Diosa del sexo. En este aspecto es alabada como la Luna brillante en el cielo, Madre inmaculada que reina sobre las estrellas de la noche.

    MADRE NATURALEZA: En este aspecto se alaba a Nuestra Señora, como Reina Madre de toda la creación, Madre Naturaleza, Madre Tierra, Madre de Dios y de los hombres. Ella es alabada como Señora Maternal y protectora de sus hijos, gran guardiana y celosa cuidadora de todas sus criaturas. Ella da vida al Señor Dios, volviéndose su Madre y su amante, o esposa.

    GRAN MADRE Y ANCIANA BRUJA: En este aspecto se alaba a la Diosa en su aspecto Triple, Ella es todo Conocimiento y Sabiduría, Poderosa, Mágica, Señora del Universo, y tiene la llave que abre la puerta a la otra vida y a la Reencarnación. Es la Reina del mundo de las hadas, Su reino. Ella tiene el poder de dar la Vida, aun después de la muerte.

Ella es Doncella, Madre y Bruja al mismo tiempo, es alabada asi en toda la creación. Es benevolente, amorosa y protectora, es la cara de la ternura y la sensibilidad de la Deidad. Ella también es la Santa Sabiduría, toda experiencia y toda Magia. En el Evangelio de las brujas, la Diosa aparece con el nombre de Diana, la mayoría de los rituales están hechos con este nombre, pero no es el único que tiene; todos los pueblos alrededor del mundo le han nombrado de alguna manera. La tradición Aradiana es consciente de esto, y por eso cada Luna Llena la consagra a una Diosa equivalente de diferentes civilizaciones alrededor del mundo.